La tríada de la atleta femenina (o de la mujer deportista) se ha definido como las interrelaciones entre disponibilidad energética, función menstrual y densidad mineral ósea, pudiendo llegar a manifestarse con consecuencias clínicas tan severas como los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), amenorrea funcional hipotalámica y osteoporosis.
Los desórdenes alimentarios se refieren a un amplio espectro de comportamientos alimentarios perjudiciales y a menudo ineficaces utilizados para perder peso o conseguir una imagen delgada, sin embargo, también hay varias modalidades deportivas que exigen a la deportista unas subidas y bajadas de peso drásticas a lo largo de la temporada (ej.: boxeo), lo cual puede tener como resultado una morbilidad a corto y largo plazo, un menor rendimiento, amenorrea e incluso mortalidad.
La amenorrea primaria (retraso en la menarquia) es la ausencia de menstruación a la edad de 16 años en las jóvenes, con características sexuales secundarias. La amenorrea secundaria es la ausencia de tres o más ciclos menstruales consecutivos tras la menarquia.
Según el deporte, la edad, el volumen de entrenamiento y el peso corporal, la prevalencia de la amenorrea primaria y secundaria en mujeres deportistas oscila entre 1% y 70%. La amenorrea asociada al ejercicio o a la anorexia nerviosa tiene un origen hipotalámico. La amenorrea hipotalámica produce una reducción en la producción de hormonas ováricas e hipoestrogenismo, similar a la menopausia. Tanto la amenorrea hipotalámica como la menopausia se asocian a una menor densidad en los minerales óseos.
La osteoporosis es una enfermedad caracterizada por una baja masa ósea y un deterioro en la microarquitectura del tejido óseo que produce una mayor fragilidad esquelética y un mayor riesgo de fractura, una vez que existan hallazgos de una disminución de la masa ósea, es ideal que la mujer realice un plan de ejercicio terapéutico adaptado a sus características, de mano de un fisioterapeuta.
FACTORES PREDISPONENTES:
1. Generales:
– Genéticos: la edad de la menarquia, y las características antropométricas.
– Nutricionales: el propósito de perder peso para mantener una apariencia o un peso necesario para competir conducen a la desnutrición y, por ende, afectan la fuerza, la resistencia, el tiempo de reacción, la velocidad y la habilidad para concentrarse. Todo esto se traduce en una disminución del desempeño deportivo y el aumento del riesgo de lesiones. Los trastornos menstruales se relacionan con el balance energético negativo, generalmente asociado a la ingesta insuficiente de calcio, hierro y fibra dietética.
– Psicológicos: niveles de estrés elevados.
– Ambientales: se conoce que los ciclos de luz oscuridad pueden producir variaciones en los patrones de secreción hormonal y factores de liberación, a nivel hipotalámico.
– Cargas físicas: se ha observado que, entre las corredoras de fondo, la prevalencia de disfunción sexual aumenta linealmente con el volumen del entrenamiento que realizan, pero entre las nadadoras y ciclistas no se observa este incremento lineal. Encontraron como principal factor la intensidad y no el volumen del entrenamiento. Es difícil, poder establecer en que proporción estas disfunciones son producidas o están asociadas a las cargas físicas.
2. Endrocrinometabolicos:
– Regulación hipotalámica: nivel hipofisiario (LH, FSH) y gonadal (E2 y progesterona).
Entre los de mayor importancia se cita el Factor Regulador de la Liberación de Hormonas Gonadotrópicas o GnRH. El desarrollo normal del ciclo menstrual está determinado por la secreción hipotalámica de la GnRH la que, según su frecuencia, ocasiona en la hipófisis, la liberación de gonadotrofina folículo estimulante o FSH si existe una baja frecuencia de pulsos; y también de gonadotrofina luteinizante o LH si ésta es alta.
Existen dos mecanismos pueden reducir los niveles hipotalámicos de secreción de GNRH. Uno implica la participación de la CRH y aumento de los niveles de secreción de betaendorfinas que, evidentemente, debe establecer las relaciones con los factores que producen estrés asociado al entrenamiento físico y a la aparición de trastornos menstruales. Y el segundo, la concentración elevada de péptidos opiáceos puede estimular la CRH, ACTH, Prolactina y Cortisol.
MEDIDAS A ADOPTAR:
1. Balance nutricional: es recomendable que las deportistas ajusten sus demandas energéticas de acuerdo con el gasto y otros factores ya señalados.
2. Control médico-biológico: estudiar los perfiles hormonales, cambio a anticonceptivos de barrera frente al uso de anticonceptivos hormonales.
3. Preparación de las cargas: la planificación individual de las cargas de entrenamiento o programación de mesociclos en función del ciclo menstrual es una de las medidas de intervención a aplicar para evitar la aparición de la amenorrea secundaria y garantizar la recuperación de la deportista.
En los casos en los que aparezca el síndrome de la tríada, se recomienda disminuir las cargas de entrenamiento entre un 10 y 20%. Sin embargo, los estudios relacionados con el tema de la tríada no han sido concluyentes, debido a la multiplicidad de factores que se involucran en la aparición de esta. Es por ello por lo que os animo a poneros en manos de un profesional cualificado para encontrar el origen u orígenes de esta triada, para poder seguir disfrutando del deporte minimizando riesgos.
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